viernes, 21 de septiembre de 2007

Los higos, las uvas y la guarrería

Con el inicio del cole estoy seguro de que Alicia va a experimentar notables avances en el desarrollo del lenguaje, y que logrará ir corrigiendo algunos errores que, debido a sus ya notables avances, comete a menudo últimamente, por aquello de el que tiene boca se equivoca.

En la finca de los abuelos, por ejemplo, andamos ya recogiendo la cosecha de higos y de uvas, aunque este año vienen un poco pobres, sobre todo las segundas. A ella le gusta acompañarme con su cestita e ir recogiendo las frutas, estén duras o maduras, que a tanto no llega, la criatura.

Y de tanto ir de la parra a la higuera y de la higuera a la parra, su lenguaje ha creado un nuevo fruto: el “hugo” (imagino que escrito así, con “h”), que supongo yo que se refiere a eso, a que es mitad higo y mitad uva.

Lo del inicio del cole también tiene su repercusión en el vocabulario. Para adaptarse a los horarios, los padres nos vemos a veces en la obligación de recurrir a servicios y actividades extraescolares, como por ejemplo llevar a los niños una hora antes del inicio de clase a lo que llaman guardería. Alicia fue el otro día por primea vez, y su hermana trataba de explicárselo de camino al colegio:

- Alicia, hoy vas a ir primero un ratito a la guardería, y después a clase, ¿vale?
- A la guarrería no, qué asco – le contesta la hermana.

martes, 17 de julio de 2007

El Fimble

La utilización de los tiempos verbales en español ofrece toda una amplísima gama de posibilidades que matiza el significado de nuestras expresiones. Para los niños es todo más sencillo. Bastante tienen con el presente que, además, para ellos la mayor parte de las veces sólo expresa inmediatez, absoluta inmediatez. Bueno, menos cuando tienen que obedecer, que para eso tardan un poco más.

Una expresión del tipo “tu hermana te deja sus juguetes” responde a la utilización del presente durativo. Es decir, que podríamos completar la frase con “tu hermana te deja habitualmente sus juguetes”. No es que tenga que ser ahora mismo, sino que expresa una acción habitual o duradera, que dura y dura y dura.., como las pilas del conejito.

Alicia ha cumplido tres años, y le hemos regalado un bonito Fimble, un muñeco que le gusta mucho, como los de la foto. A su hermana, que tiene unos añitos más, por su cumpleaños le regalamos una Nintendo, cosas de la edad. A Alicia le encanta su Fimble, pero también le tiene unas ganas locas a la Nintendo. Su hermana se la deja de vez en cuando pero, claro, ni le conviene a ella, que es muy pequeña para aficionarse a tan adictivos juegos, ni le conviene a la mayor, que cualquier día es que se la rompe.

El otro día la pequeña se enfadó con su hermana porque le cogió el Fimble. “Déjaselo – le dijimos - si ella te deja sus cosas”. Pues dicho y hecho. Le dejó el muñeco y le dijo: “déjame la Nintendo”. Sólo le faltó añadir "ahora mismo".

Y claro, explícale tu a Alicia que lo de que “ella te deja sus cosas“ es un presente durativo, que a mi me da la risa.

miércoles, 4 de julio de 2007

¡Está mueto!

Es increíble la capacidad que tienen los críos para simplificar la realidad. Los adultos lo hacemos al revés. Como disponemos de muchas palabras no hacemos más que complicar la realidad al menor descuido. Así nos va. Ellos no, como disponen de un lenguaje sencillo, adaptan la realidad a su lenguaje, que es mucho más fácil.

En casa vamos a tener que ir de entierro un día de estos. Porque últimamente es que todo se muere. Pero los seres vivos y los que no lo son. Se mueren las hormiguitas cada vez que se paran “¡está mueta!”, se mueren los CDs que no funcionan, “¡esta mueto!” e incluso se muere el coche si no arranca “¡está mueto!”.

Creo que mi hija ha superado la etapa del “no tene pilas” que les contaba en un post anterior, y ahora resulta que todo lo que no se mueve... pues eso, que “¡está mueto!”

Menos mal que al final la realidad acaba imponiéndose, que si no es que no se desarrollaría el lenguaje, así que espero que pronto pasemos al “no funciona” o mejor al “papá, cambia de coche que ya te va haciendo falta”.

jueves, 14 de junio de 2007

La flauta de Bartolo

Comienzo este post pidiendo disculpas a los lectores por el abandono, que ya han pasado casi tres meses desde la última entrada. En otras cosa hemos estado tanto Alicia como yo, pero aquí volvemos con más diversiones, que diría Porky.

Les dejo con un reciente diálogo padre/hija. Después hablamos.

- ¿Qué haces con la silla? (está haciendo que muerde una silla).
- Estoy comiendo.
- Pero si ya has cenado.
- Es que tengo hambre.
- Deja la silla, Alicia.
- Cállate, es que tengo hambre.
- ¿Que tienes hambre?
- Es que tengo hipo.
- ¿Qué?
- Es que tengo tos. Papá ven, ven un momento, que te quedes aquí. (coge una flauta).
- ¿Que estas haciendo con la flauta?
- Papi quiero cacorra .
- ¿Otra vez?
- Otra vez, no se me escapa.
- Estoy comiendo cacorra (como lo de la silla, es mentira, claro).
- ¿Has terminado?
- Estoy cucando (tocando) la fuauta (flauta). Déjame.
- ¿El qué?
- La fuauta, toca tú.
- No. Es flauta.
- Fuauta, ¿como se llama esto?
- Flauta.
- Fuauta.
- Flauta de Bartolo.
- No, es de la tati (hermana).

Notaran que desde el último post ha habido avances sorprendentes. Desde luego, las conversaciones son ahora mucho mas fluidas, aunque otras cosa sea el sentido de la mismas, que parece de película de los hermanos Marx. En fin, es otro mundo y hay que estar en él, qué remedio. Intentaré sacar alguna conclusiones, sean pacientes:

1.- La secuencia pregunta-respuesta la tiene totalmente dominada. Me estoy refiriendo a la hija, no al padre, que a éste se le supone. Si yo pregunto, ella responde, si yo pregunto, ella responde. Eso lo tiene claro, otro cosa es que lo que responda tenga su lógica, que ahí, unas veces sí y otras no. El uso de la primera y de la segunda persona verbales es ya coser y cantar. Y otra cosa tambiésn son los pronombres, en cuyo uso insistiremos en futuras entregas..

2.- Tiene su genio, no se crean. El “cállate” lo empieza a usar con demasiada soltura, habría que ir corrigiéndoselo. O no, porque es señal de que también sabe usar el imperativo. Bueno, está empezando, porque no lo usa siempre; sólo con algunos verbos, sobre todo con “callar”, y también, como aparece en el texto “déjame” (también vemos “toca tú”). Tiene su lógica. En el caso de “cállate”, pues eso, que es una niña que habla mucho y a veces es que a los padres no nos queda más remedio que usarlo en su contra y, claro, ella lo que oye. Y en el caso de “déjame” pues tres cuartos de lo mismo, no se vayan a creer que es que la niña está todo el día escuchando a los Secretos, que lo de “no juegues más conmigo” todavía estoy por oírselo. En cambio, con otros verbos utilizan otras formas más delicadas.¿papi, me pones los dibujos?, ¿Me das patatitas, pofa? No, si sabe latín, la niña. También aparece en el diálogo la expresión “que te quedes aquí”, a la que también le está cogiendo el gustillo. Mandona nos ha salido la chiquilla.

3.- En cuanto al vocabulario, pues se va ampliando considerablemente. Me sorprende especialmente el campo semántico tan particular que forma con sensaciones como “hambre”, “tos” o “hipo”. Puestos a aventurar, se me ocurre una explicación: yo siento algo ahí adentro, se dirá ella, y no se muy bien qué es, pero sé que hay varias cosas que pueden ser, así que seguro que acierto con una u otra. O a lo mejor es que simplemente me está tomando el pelo, la tía. Si hiciéramos una lista de las palabras más utilizada, seguro que en los primeros puestos aparecerían algunas de las que aquí salen: “comiendo”, “hambre”, “tati” (su hermana) y, por supuesto, “cacorra”.

4.- En la pronunciación hay que mejorar, ¿eh? La “fuauta” (flauta) y el “cucando” (tocando) bajan la nota, aunque en su defensa cabe decir que tienen cierta dificultad, las palabrejas.

5.- Ni tienen ni puñetera idea de quién es Bartolo, el que tenía una flauta con un agujero solo.

Estilografic.art

lunes, 26 de marzo de 2007

Quepeñito y gande gande


Observen los dos patitos de la fotografía. De tamaño, son prácticamente iguales, ¿no? Bueno, a decir verdad, uno, el que tiene el pico naranja, es un poquitín más grande que el otro, pero vamos, nada significativo.

Pues bien, para mi hija el de la derecha es el “quepeñito”, y el de la izquierda es el “gande, gande”. No los confunde ni una vez, y siempre los identifica así.

¿Qué por qué? A mi qué me cuentan, pregúntenselo a ella; cosas de críos.

Estilografic.art

martes, 20 de marzo de 2007

Una pupa en el dedo


Teno una pupa aquí, en el dedo, un gope con la tata así, pum, pum, en la cabesa.”

Es, más o menos, una de las frases más complejas, en cuanto a estructura gramatical, que ya pronuncia Alicia. Otra cosa es que se entienda lo que quiere decir. Hombre, así, a grandes rasgos, yo que soy su padre sí la entiendo. Me está diciendo que tiene una herida en el dedo que se ha debido hacer al darse un golpe jugando con su hermana y... todavía no sé muy bien qué tiene que ver la cabeza, porque la herida es en la mano, que yo sepa.

Los intentos de comunicación de Alicia van dejando de ser poco a poco palabras sueltas o estructuras simples. Cada vez se van llenando de más complementos, se introducen pronombres, demostrativos, adverbios, preposiciones... y, claro, a veces se lía, la pobre.

Es una fase nueva en su aprendizaje. Se desarrollan sus ideas y con ellas su capacidad para expresarlas. Dentro de poco empieza a contarnos cuentos. Ya lo verán.

martes, 13 de marzo de 2007

No tene pilas

Yo no sé que pensará mi hija cuando me ve durmiendo la siesta, porque últimamente cada vez que algo no se mueve su explicación es contundente: “no tene pilas”.

Ha hecho suya la expresión muy fácilmente, lógico, si pensamos que recurrimos a ella en más de una ocasión cuando no queremos que juegue con algo que puede romper o cuando estamos cansados de oír la misma musiquilla machacona a todo volumen en el piano de juguete.

Eso sí, además de hacerla suya, parece tener muy claro lo que quiere decir, porque rápidamente te muestra la parte trasera del juguete en cuestión para que sepas dónde van las pilas, que es que no te enteras, papá.

El otro día se encontró una mariquita de madera pero de tamaño real, es decir, muy pequeña. Al verla yo llegué a pensar que era una mariquita de verdad, pero creo que a ella no se le llegó a pasar por la cabeza que pudiera estar muerta o dormida. Me la dio esperando mi ayuda y me dijo: “no tene pilas”.

jueves, 22 de febrero de 2007

La pecera del tío


Seguimos con los adjetivos, que cada vez van poblando más el vocabulario de Alicia. Las parejas bueno/malo y grande/quepeñito son sus favoritas. Ahora bien, no deja de resultar curiosa su utilización tanto en uno como en otro caso.

“Grande” sería para Alicia un ejemplo de “superadjetivo”, porque no sólo lo utiliza para referirse al tamaño, sino que también le vale para hablar de la cantidad. Así, dice “quiero la pelotita grande”, pero si tiene sed y le das poca agua es capaz de tirarte el vaso a la cabeza al tiempo que te grita “grande, grande”.

Lo que le ocurre en realidad es que todavía no conoce los adverbios de cantidad “mucho/poco” y recurre a los adjetivos en su lugar. Eso, y que tiene sed la criatura.

En cuanto a bueno/malo, tiene algo de dudas con su significado, pues los aplica basándose en el aspecto del personaje en cuestión. Los niños son así de crudos. Si eres guapo o de aspecto agradable, eres bueno; como seas feo, rápido te considera malo. Su tío tienen una pecera con muchos peces de colores, y con uno de esos que llaman limpiafondos que son bastante feos. Cada vez que lo ve, Alicia lo tiene claro: ¡es malo! (el pez, no su tío).

lunes, 12 de febrero de 2007

Se llama "amaillo"


No se puede decir que le haya resultado fácil a Alicia aprenderse los colores, no al menos si se compara con lo sencillo que ha sido, por ejemplo, el aprendizaje de los nombres de los objetos que tiene dibujados en su plato del puré (coche, tren, avión, incluso “licótero”) o los de los personajes de sus películas favoritas (Piecito, Elmo, Epi, Pinocho, et.). Por mucho que se los repetíamos utilizando objetos del color en cuestión, la tarea ha sido difícil. ¿Qué tienen entonces de especial los colores?

En el proceso de aprendizaje, lo más fácil para el niño es identificar las palabras con el objeto al que hacen referencia. Esto es muy evidente en el caso de los sustantivos, pero es que cuando hablamos de colores estamos tratando con adjetivos. Se los queremos enseñar como si fueran sustantivos, pero en realidad no lo son.

Si yo le enseño a Alicia una pelota amarilla y le digo “amarillo”, ella, muy lógica, va y me corrige: “no, se llama pelotita”. Para salvar esta dificultad, nosotros hemos procurado hacer muy clara la pregunta al enseñarle el objeto: “¿de qué color es?”, y repetirle a continuación “éste es amarillo”, “éste es azul”, etc. Pero me temo que el lío ya estaba montado.

Ahora, por fin, se ha aprendido más o menos los colores (amaillo, ajú, rosa, verde, gojo, etc.), pero cuando nos enseña el objeto en cuestión para demostrarnos sus habilidades lo que nos dice, bien clarito, es que “se llama amaillo”.

Estilografic.art

jueves, 1 de febrero de 2007

Avequeloveayo


Hace poco les contaba con aquello del espejo las dificultades de Alicia para enfrentarse a las personas gramaticales y, de manera especial, al uso del pronombre personal de primera persona. Bien, pues es evidente que vamos mejorando.

En cuanto a la conjugación de los verbos, la distinción entre primera, segunda y tercera personas se va aclarando. Cada vez son más frecuentes diálogos con su hermana del tipo:

Cristina: No sé, Alicia.
Alica: ¿No sabes, tata?

C: No creo que vayamos a jugar a la bolas.
A: ¿No crees, tata?

C: No tengo más chocolate, Alicia
A: ¿No tenes, tata?

Lo de la distinción entre singular/plural en las formas verbales ya es otra historia. En ese sentido, Alicia casi siempre habla en singular, y casi siempre se refiere a los otros de uno en uno. Dice “se enfada papa” y “se enfada mamá”, pero no “se enfadan papá y mamá”. Evidentemente, la dificultad ya no es sólo cuestión de la persona verbal, sino también de la coordinación de sujetos múltiples.

En cuanto a la utilización del “yo”, también va haciendo sus progresos y de vez en cuando acierta. Hay una expresión que últimamente repite mucho (aunque nos somos conscientes de ello, casi seguro que alguno de nosotros la debe usar mucho):

Papá: Alicia, ya no hay más chocolate.
Alicia: ¿No hay chocolate?
P: No, ya no queda.
A: Avequeloveayo.

Y es que cuando se trata de chocolate, no se fía ni de su padre.