viernes, 19 de enero de 2007

El espejo


¿Cuándo un niño es consciente de la existencia de su propio “yo”? El lenguaje puede ser un signo revelador de ello o, más bien, la principal herramienta para que ello sea posible.

Siempre me he preguntado qué siente un niño la primera vez que ve su propia imagen reflejada en un espejo, y cómo irá modificando su sentimiento hacia esa imagen a medida que va asumiendo que se trata de su propia persona.

De más pequeña, mi hija decía sorprendida “la nena” cuando se veía en el espejo, pero ello no era revelador de que comprendiera que se trataba de ella misma. Ahora ya no dice “la nena”, sino “Alicia”.- su propio nombre - . Parece claro que es ya consciente de que se trata de ella misma. De momento, no creo que se plantee mucho más (por qué hay dos Alicias, por qué hace lo que yo, por qué no la veo siempre, etc.); simplemente le hace gracia el asunto.

La pregunta es: ¿es el desarrollo del lenguaje el que facilita que uno sea consciente de la existencia de su propio yo o, al contrario, cuando uno es consciente de su propio yo es cuando llega a desarrollar el uso de los signos lingüísticos referidos a ese concepto? Estamos en lo de siempre, la gallina o el huevo. Posiblemente ambos procesos avancen paralelos e interactúen el uno con el otro.

Seguro que Alicia ya ha oído muchas veces la palabra “yo”, pero todavía no la sabe utilizar. Yo, al menos, no se la he oído. El uso del pronombre personal de primera persona puede parecer muy simple, pero debe ser de lo más complicado para un niño. El contexto en el que los adultos lo utilizamos es un verdadero lío para ellos: cuando los demás quieren referirse a sí mismos todos dicen “yo”, pero ese no es su nombre, y además cuando son otros los que se refieren a ellos no dicen “yo”, sino “tú” o “él”. Qué complicados son los mayores, ¿no? Recordemos aquel tontorrón juego de palabras: “si tú eres tú y yo soy yo, ¿quién es más tonto de los dos? Es revelador de esa dificultad.

También es pronto aún para conjugar correctamente los verbos: “no quiere”, “no quiere”, insiste cuando no le gusta la comida; “no tiene”, “no tiene”, dice cuando le tocamos el culete por si se hubiera hecho pis.

Además de su nombre, lo más parecido al “yo” que antes utilizó Alicia fue el posesivo: “es mío”. ¡Normal!, todos los niños en el parque quieren quitarle su preciosa pelota...

Estilografic.art

2 comentarios:

oktomanota dijo...

es muy parejo
www.oktomanota.com

Anónimo dijo...

¡Hola! Gracias por compartir el desarrollo del lenguaje de tu hija. Estoy haciendo un trabajo sobre el lenguaje infantil y al buscar "lenguaje infantil escatológico" salió como primer resultado tu blog. Todavía no he encontrado la anécdota escatológica porque me he puesto a leer por el principio y como comentas que en enero todavía no dominaba el "yo" simplemente quería decirte que los expertos consideran la aparición del yo como el punto de inflexión entre el ciclo 0-3 años y 3-6 años, atendiendo a la evolución del lenguaje, claro está. O sea, la respuesta oficial a tu pregunta es "3 años", aunque por supuesto que hay variaciones individuales.
La aparición del pronombre yo implica el dominio de tú y él, de las desinencias verbales, en fin, de la idea de categoría verbal y concordancia de persona y número.

Muchos saludos y sigo buscando lo escatológico :-))

Leticia (madre de una niña de 20 meses y estudiante de un curso sobre el lenguaje infantil)