viernes, 26 de enero de 2007

¡Chsss! ¡Buenas noches!




No dejo de sorprenderme de la capacidad de los niños para aplicar expresiones a determinados contextos o situaciones. Una de la claves del rápido desarrollo de su lenguaje pudiera estar en la flexibilidad que muestran a la hora de realizar esa asignación. Y en no tener miedo a equivocarse.

En efecto, ello a veces da como resultado errores o confusiones, pero también cabe interpretarse como el acelerador del desarrollo. Así, cuando mi hija se dispone a dormir la siesta siempre suelta la retahíla de: “buenas noches; hasta mañana; que descanses; ¡ay mi niña!, cuánto te quiero”. Es. evidentemente, todo lo que nosotros le decimos cuando ¡por fin! la acostamos por las noches. Ello es señal de que ha aprendido el funcionamiento contextual de tales expresiones, paro todavía no conoce bien su significado. Ni le importa.

Qué difícil nos resulta a los adultos aprender a hablar una lengua extrajera. Probablemente ello tiene mucho que ver, además de con el miedo a equivocarnos, con que tendemos a convertir el aprendizaje en una aplicación de fórmulas matemáticas. La operación tiene tres pasos. Expresión o palabra extranjera (A) = expresión o palabra de nuestra lengua (B)= significado real (C).

Evidentemente, el niño en su proceso de aprendizaje se salta el paso A, pero es que además probablemente tampoco aplica la fórmula B = C. La mente del niño no busca significados reales, sólo quiere hablar, hablar y hablar; no le preocupa cometer errores, como nos pasa a nosotros, sólo quiere comunicarse. Y lo va consiguiendo.

¡Chsss...! ¡Buenas noches!

Estilografic.art

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