jueves, 14 de junio de 2007

La flauta de Bartolo

Comienzo este post pidiendo disculpas a los lectores por el abandono, que ya han pasado casi tres meses desde la última entrada. En otras cosa hemos estado tanto Alicia como yo, pero aquí volvemos con más diversiones, que diría Porky.

Les dejo con un reciente diálogo padre/hija. Después hablamos.

- ¿Qué haces con la silla? (está haciendo que muerde una silla).
- Estoy comiendo.
- Pero si ya has cenado.
- Es que tengo hambre.
- Deja la silla, Alicia.
- Cállate, es que tengo hambre.
- ¿Que tienes hambre?
- Es que tengo hipo.
- ¿Qué?
- Es que tengo tos. Papá ven, ven un momento, que te quedes aquí. (coge una flauta).
- ¿Que estas haciendo con la flauta?
- Papi quiero cacorra .
- ¿Otra vez?
- Otra vez, no se me escapa.
- Estoy comiendo cacorra (como lo de la silla, es mentira, claro).
- ¿Has terminado?
- Estoy cucando (tocando) la fuauta (flauta). Déjame.
- ¿El qué?
- La fuauta, toca tú.
- No. Es flauta.
- Fuauta, ¿como se llama esto?
- Flauta.
- Fuauta.
- Flauta de Bartolo.
- No, es de la tati (hermana).

Notaran que desde el último post ha habido avances sorprendentes. Desde luego, las conversaciones son ahora mucho mas fluidas, aunque otras cosa sea el sentido de la mismas, que parece de película de los hermanos Marx. En fin, es otro mundo y hay que estar en él, qué remedio. Intentaré sacar alguna conclusiones, sean pacientes:

1.- La secuencia pregunta-respuesta la tiene totalmente dominada. Me estoy refiriendo a la hija, no al padre, que a éste se le supone. Si yo pregunto, ella responde, si yo pregunto, ella responde. Eso lo tiene claro, otro cosa es que lo que responda tenga su lógica, que ahí, unas veces sí y otras no. El uso de la primera y de la segunda persona verbales es ya coser y cantar. Y otra cosa tambiésn son los pronombres, en cuyo uso insistiremos en futuras entregas..

2.- Tiene su genio, no se crean. El “cállate” lo empieza a usar con demasiada soltura, habría que ir corrigiéndoselo. O no, porque es señal de que también sabe usar el imperativo. Bueno, está empezando, porque no lo usa siempre; sólo con algunos verbos, sobre todo con “callar”, y también, como aparece en el texto “déjame” (también vemos “toca tú”). Tiene su lógica. En el caso de “cállate”, pues eso, que es una niña que habla mucho y a veces es que a los padres no nos queda más remedio que usarlo en su contra y, claro, ella lo que oye. Y en el caso de “déjame” pues tres cuartos de lo mismo, no se vayan a creer que es que la niña está todo el día escuchando a los Secretos, que lo de “no juegues más conmigo” todavía estoy por oírselo. En cambio, con otros verbos utilizan otras formas más delicadas.¿papi, me pones los dibujos?, ¿Me das patatitas, pofa? No, si sabe latín, la niña. También aparece en el diálogo la expresión “que te quedes aquí”, a la que también le está cogiendo el gustillo. Mandona nos ha salido la chiquilla.

3.- En cuanto al vocabulario, pues se va ampliando considerablemente. Me sorprende especialmente el campo semántico tan particular que forma con sensaciones como “hambre”, “tos” o “hipo”. Puestos a aventurar, se me ocurre una explicación: yo siento algo ahí adentro, se dirá ella, y no se muy bien qué es, pero sé que hay varias cosas que pueden ser, así que seguro que acierto con una u otra. O a lo mejor es que simplemente me está tomando el pelo, la tía. Si hiciéramos una lista de las palabras más utilizada, seguro que en los primeros puestos aparecerían algunas de las que aquí salen: “comiendo”, “hambre”, “tati” (su hermana) y, por supuesto, “cacorra”.

4.- En la pronunciación hay que mejorar, ¿eh? La “fuauta” (flauta) y el “cucando” (tocando) bajan la nota, aunque en su defensa cabe decir que tienen cierta dificultad, las palabrejas.

5.- Ni tienen ni puñetera idea de quién es Bartolo, el que tenía una flauta con un agujero solo.

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